2818142-3d-pie-chart.jpg

Trazos económicos

El Blog de ECOATENEA

Mr. Trump y la productividad

Ahora que Mr. Trump está iniciando su presidencia conviene recordar una entrevista a la analista económica de la CNN, Rana Foroohar. Se le preguntaba qué elementos o temáticas le parecían más reseñables de las campañas de ambos candidatos. La analista, también autora del libro Makers and Takers. Rise of Finance and the Fall of American Business, contestó, con rapidez, que había echado en falta que se hablara de la productividad.

Probablemente, no se habló de productividad porque es un concepto y una realidad que no tiene fácil transmisión ni comprensión. Es difícil hacer demagogia con el término y difícil proponer reformas claras y previsibles por los ciudadanos. Y no se habló, a pesar de que con bastante probabilidad es el problema más importante de la economía Estadounidense.  Efectivamente, los datos sobre la productividad USA (los del Reino Unido y los de algunos países europeos, entre ellos España, también) señalan un declive continuado desde el año 2000 cuando crecía un 2% hasta la actualidad con crecimientos en torno a 0,6%. De hecho, sin contar las recesiones, en los últimos 60 años de la economía USA no se habían observado crecimientos de la productividad tan bajos como los de la década y pico precedente. Se señalan distintas explicaciones. Una primera niega la caída y afirma que no se mide bien el output (afirma que es mayor de lo que dicen los datos). En los años 80, continúan, hasta que no se midió bien el output de las primeras TIC (ajustando los precios por la calidad) no se obtuvieron datos de crecimiento de la productividad. Una segunda, explicada soberbiamente en el libro de R. Gordon, Rise and Fall of American Growth, afirma que las tecnologías actuales no son tan relevantes para la productividad como lo fueron el automóvil, el teléfono y la electricidad. No es un problema de medición, por tanto, es que la tecnología actual tiene menor impacto en la productividad que en otros momentos históricos.

El primer caso, la incorrecta o incompleta medición, induce a la parálisis política porque niega la realidad de los datos actuales. Los que creen/creemos que el problema es real buscan las políticas para mejorar la productividad y aunque es cierto que Trump, de momento, no se ha referido a la productividad podría ser que sus políticas fomentasen la misma. Veamos.

La productividad mejora elevando la calidad de los inputs productivos pero ¿cómo se eleva o mejora el funcionamiento de los inputs? Las respuestas se van perfilando a medida que estudiamos con más profundidad la dinámica de las economías. Sabemos, por ejemplo, que el grado de competencia en los mercados importa para incentivar la innovación, para mejorar la asignación de los recursos y conseguir más dinamismo y todo ello aumenta la productividad.  A este respecto vale la pena señalar, según afirma Ken Segall, director creativo de Apple, que las políticas de incentivos fiscales y bajadas impositivas y otras modificaciones fiscales pueden hacer regresar a Estados Unidos empresas ahora deslocalizadas fuera, lo que aumentaría la innovación y, por tanto, la productividad. Interesante destacar esta opinión porque, de momento, prácticamente hay un consenso entre los economistas académicos y profesionales sobre que toda la política económica que se deriva de las propuestas de Trump o no va a realizarse o si lo hace tendrá efectos negativos.

También aumentan la productividad, la inversión y otras elecciones estratégicas (uso de tecnologías más nuevas y más inteligentes) realizadas por las organizaciones. Decisiones que dependen de la calidad de los gobiernos y del talento empresarial. Adicionalmente, la actitud y el esfuerzo de trabajadores y empresarios hacia la formación continua, hacia la mejora del negocioy frente a los cambios –beneficiosos- junto a la calidad de la educación y la actitud de los estudiantes hacia el valor de aprender, aumentan la productividad. Hasta la reciente crisis financiera no se le había dado la importancia debida pero la autora antes referida, señala en su libro que el enorme crecimiento del sistema financiero de Estados Unidos (nótese que sólo el 15% del dinero va a la economía real, el sector financiero se lleva el 25% de los beneficios totales empresariales pero sólo crea el 4% de los trabajos, se gasta más en recompra de acciones propias que en investigación y desarrollo, las reglas fiscales favorecen la deuda sobre el capital propio lo que dificulta la reinversión doméstica de los beneficios realizados fuera etc.) es uno de los factores que está detrás de la caída notable de la productividad en Estados Unidos desde el año 2000.

Pues resulta que las políticas de las que sí ha hablado el equipo económico de Trump (profesores de la Universidad de California y doctorados en Harvard) de más crecimiento, restricciones a cierto comercio con el objetivo de más crecimiento doméstico, más regulación bancaria, menos impuestos y más inversión pública, perfectamente pueden traducirse en más inversión doméstica que es la variable que languidece tanto allí como aquí en Europa. Y la tesis de Gordon de que la tecnología actual tiene menos impacto que otras anteriores es totalmente compatiblecon afirmar que las tecnologías actuales requieren de inversiones complementarias en formación de los trabajadores y organización empresarial para que se reflejen en mayor productividad.  No basta con acceder a “la nube”, hay que tener organización y trabajadores que sepan sacarle partido.

Así que aunque no se haya hablado de productividad, hay que estar atento al impacto de las políticas del nuevo Presidente sobre la misma y frente a tanto efecto negativo que derivan los analistas hoy en día, podríamos observar una reversión de la tendencia actual de la productividad en Estados Unidos. Lo cual es bueno para todos.

 

juan carlos collado